jueves, 21 de marzo de 2013

Sueños húmedos.

Aquel sueño fue tan erótico, tan real, aquella mujer desconocida jugaba con mi cuerpo a su antojo, parecía conocer exactamente mis fantasías, estimulando mis puntos más erógenos en el momento preciso, yo acariciaba la piel de su espalda mientras su boca y sus manos envolvían incesantes mi sexo para después, a horcajadas, violentarlo con fuerza entre sonoros llantos y jadeos.

Empapada en sudor se sentó en cuclillas sobre mi piernas mientras sus pequeñas manos se afanaban inquietas en darme un final apoteósico. Sentí el hervor de su vientre derramando fluidos con persistencia sobre mi muslo, nunca había imaginado que el orgasmo de una mujer pudiera encharcarme de aquella forma...

Desperté muy excitado, resoplando, casi al borde del orgasmo, mis caderas se movían sin control, pero todo aquel ardor cesó cuando vi el empeño de mi gata rascando hacia atrás con la pata derecha la sábana que cubría mi muslo, un gesto instintivo y un olor que, desgraciadamente, conocia de sobra...



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