jueves, 28 de enero de 2016

January 28

Allí tumbado en la camilla, pensaba que desde que Anna se marchó no había vuelto a tener sexo con nadie y no porque no hubiera tenido ocasión, si no porque algo me hacía rechazar a todas, no eran Anna. 
Ninguna se movía con la elegancia que ella lo hacía sobre los tacones, sobre los patines o descalza corriendo por casa. Ninguna me miraba y me dejaba sin respiración... 
No hay mujer en el mundo capaz de ponérmela dura sólo 
con una mirada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario