martes, 16 de febrero de 2016

February 16

A menudo, muchas, demasiadas veces, me rehuyes cuando, en sueños, irrumpo en tu alcoba y reclamo que aplaques mi deseo.
Pero otras noches, como esta noche lluviosa, recostada sobre el lado donde reposan tu aroma y tu ausencia, imagino estrechar tu cuerpo en la suavidad de la almohada. Solo esas largas noches cierro a cal y canto las rendijas de mi persiana y te niego.
Pero acompañando al sibilante replicar del vendaval y la lluvia, apareces ante mí con los ojos abiertos. Entonces abrigo mi ternura al calor de tu varonil pecho desnudo, encojo mis hombros y me presto al templado arrullo que eriza mi vello, al escalofrío que azora la piel de mi espalda y aviva el ardor de mi sexo.
En esas noches frías y azuladas, el alocado gemir y el azote del viento logran hurtar mi sueño cuando, con las ventanas abiertas de par en par y entregándote a otra mujer, pronuncias en cada orgasmo mi nombre.

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