sábado, 23 de marzo de 2013

Pecado divino.

María Magdalena unge los pies desnudos de Jesús con perfume fresco de azafrán, sus delicadas manos masajean con esmero cada punto sensorial, aliviando el cansancio que su amado acumula tras el largo día.

Jesús cierra los ojos, inclina su cabeza y manifiesta sin reparo su gozo exhalando profundos suspiros.
Magdalena lo mira enamorada experimentando una efusión contenida de deseo, su boca emite discretos seseos que intentan con ternura sosegar la mente de Jesús. Con su larga melena enjuga las comisuras de los dedos, tarareando suavemente una dulce canción de amor. Cuando termina, no puede evitar acercarse a besar sus labios, Jesús abre los ojos recibiendo la ofrenda y responde rodeándola con sus brazos. María retira lentamente la túnica que lo cubre, levanta los brazos, y deja que Jesús descubra sus encantos.
Acostados, comparten sin recelos los placeres carnales, entregándose fogosos al pecado.
Amanece, Jesús despierta junto a la nota de Magdalena: "El martes nos disfrazamos de Marco Antonio y Cleopatra"





viernes, 22 de marzo de 2013

Vis a vis.

Manu fue conducido al pabellón C, tras recorrer el frío pasillo le introdujeron en aquella sala, se sentó en la cama expectante y poco tiempo después apareció ella.  

Manu se puso en pie y sin decir nada, le hizo un gesto amable invitándola a coger su mano. Ella miró s su alrededor y se acerco lentamente, tampoco dijo una palabra. Manu comenzó a acariciar sus brazos con ternura, ella se dejó hacer.  

Las manos de Manu la fueron desnudando, dibujando cada curva de su cálida piel. Descubrió sus pechos, besó aquellos pezones que firmes y orgullosos apuntaban al cielo, al mismo lugar que apuntaba robusto el sexo de Manu cuando ella lo aprapó. Impacientes, se acostaron y gozaron de sus cuerpos hasta agotar el tiempo que les habían regalado.  

En la celda contigua a la de Manu, Juan intentaba hacer entender al funcionario de prisiones que, en esos momentos, su esposa debía estar esperándolo para un primer vis a vis...





jueves, 21 de marzo de 2013

Sueños húmedos.

Aquel sueño fue tan erótico, tan real, aquella mujer desconocida jugaba con mi cuerpo a su antojo, parecía conocer exactamente mis fantasías, estimulando mis puntos más erógenos en el momento preciso, yo acariciaba la piel de su espalda mientras su boca y sus manos envolvían incesantes mi sexo para después, a horcajadas, violentarlo con fuerza entre sonoros llantos y jadeos.

Empapada en sudor se sentó en cuclillas sobre mi piernas mientras sus pequeñas manos se afanaban inquietas en darme un final apoteósico. Sentí el hervor de su vientre derramando fluidos con persistencia sobre mi muslo, nunca había imaginado que el orgasmo de una mujer pudiera encharcarme de aquella forma...

Desperté muy excitado, resoplando, casi al borde del orgasmo, mis caderas se movían sin control, pero todo aquel ardor cesó cuando vi el empeño de mi gata rascando hacia atrás con la pata derecha la sábana que cubría mi muslo, un gesto instintivo y un olor que, desgraciadamente, conocia de sobra...



miércoles, 20 de marzo de 2013

Mi primera vez.

Sara me advirtió de los riesgos y molestias que podría sentir al principio, me animaba diciéndome que con la práctica la sensación es cada vez más placentera.

Ella se inició con el negro, decía que a pesar de su gran tamaño y su ruda apariencia era bastante cuidadoso con las jóvenes sin experiencia, varias amigas y conocidas se habían estrenado con él anteriormente.

Yo, en cambio, tenía predilección por el de los ojos claros, me encantaba el brillo de su pelo, su cuerpo fibroso y delgado, me enamoré de su belleza al verlo por primera vez, de su forma de caminar, de su profunda mirada..

Cuando llegó el momento no sabía qué posición adoptar, estaba tan nerviosa, monté suavemente sobre él, le susurré al oído mientras acariciaba su pelo y me dejé llevar, mi corazón latía con fuerza al sentir su vigor salvaje entre mis piernas.

Nunca había sentido tanta libertad como galopando a lomos de aquel hermoso corcel...