lunes, 22 de abril de 2013
domingo, 21 de abril de 2013
Viaje nocturno.
Estábamos recién casados, salíamos de un concierto, íbamos para casa y cuando fuimos a coger el autobús, éste estaba lleno.
Mi marido y yo subimos al autobús y buscamos un asiento donde los dos pudiéramos viajar juntos, pero fue imposible. No había alternativa y me tuve que sentar en un asiento donde un extraño seria mi compañero de viaje. Mi marido se fue a sentar casi al final de los asientos traseros del autobús. Esperamos media hora y el autobús salimos rumbo a nuestro destino.
El tipo que viajaba a mi lado parecía estar ebrio, olía a licor. Me acomode en mi asiento y trate de dormir. El conductor del autobús apago la luz del interior, todo el mundo en silencio, quizás por el cansancio del concierto. Me quede dormida y de repente sentí que alguien me acariciaba la mano. Soy muy tímida y no quise montar el numero, el que me acariciaba la mano era mi compañero de viaje, al principio me asuste, pretendí no hacer caso, pensar que había sido por error, quizás ya no me molestara mas, pero me equivoque y parece que no fue suficiente y esta vez cogió mi mano y se la puso encima de la cremallera de su pantalón.. pensé en gritar, pero me dio miedo su reacción y le deje que siguiera haciendo. Poco a poco sentí como se le iba hinchando su pene y me detuve, pero él me cogió la mano con más fuerza y seguía acariciándose su pene con mi mano. Abrió la cremallera de su pantalón y con su abrigo tapaba mi mano, sacó su pene y me lo puso en mi mano, lo tenía muy duro, al principio me negué, pero me apretaba la mano con insistencia, y al final accedí. Él mismo se masturbaba ayudado con mi mano, el hombre tenia un pene muy grande y al final me comencé a emocionar. Me empezó a gustar ver cómo le hacía sentir placer "sigue, sigue, no pares" me decía él con una vez muy suave. Cerré los ojos y comencé a soñar cómo sería sentir ese pene dentro de mí, y las hormonas se me despertaron. Saque un pañuelo del bolso y disimuladamente le tape el pene para que cuando se corriera no desparramara su leche por toda su ropa, no tardo mucho en producirse dicha acción, aun no me había dado tiempo a cubrir su miembro con el pañuelo y me lleno de leche la mano. Después metió su mano por debajo de mi falda y empezó a masturbarme hasta lograr que viera las estrellas , por un momento, fue increíble..
Mire a mi alrededor y vi que el resto de pasajeros seguían ajenos a lo que había sucedido en nuestro asiento. Después de esto volvimos a conciliar el sueño y dormimos hasta llegar a nuestro destino. Al finalizar el trayecto me levante del asiento y ni siquiera le dije adiós a ese hombre con el cual había vivido una aventura que nunca imaginé poder vivir....
viernes, 19 de abril de 2013
La octava maravilla.
Te recuerdo con las manos semiatadas, las yemas de mis dedos recorriendo tu cuerpo, agitándote con cada roce entre agudos gemidos. Mirando tus ojos sentí la calidez de tu piel lechosa bajo la prenda ligera que cubría tus pechos. Me enamoré de ti al primer instante, de tu belleza y tu fragilidad. El instinto me llevó a intentar retenerte y ahora comprendo que fue mi mayor error...
El destino vertiginoso ha provocado que volvamos a encontrarnos en este lejano paraje. Añoro mi hogar y el breve tiempo que allí pasamos juntos, pero tu llamada ha hecho renacer el amor que siempre sentiré por ti, al tiempo que rebrota el animal que en mi interior intenta protegerte. Deja que contemple por última vez tus rubios cabellos ondularse al viento, asi, rodeando tu cintura con mis recias manos..
Moriré sabiendo que entre lágrimas, siempre recordaras que yo, te amé tal como llegaste a mí, aunque nuestra unión sea imposible...
jueves, 18 de abril de 2013
Un cierto sentido.
¡Por fin! Piensa Carlos al tiempo que se tumba extenuado en la cama matrimonial. Durísima jornada laboral la de Carlos. Y extensa: 15 horas en la oficina y todo el tiempo con esa inquietante sensación de desespero, con la frustante amargura de presentir que todo se va al carajo ¡tanto esfuerzo tirado por la ventana! Todo por culpa de la crisis, la puta crisis.
Su mujer le da la espalda, está desnuda. Carlos se acomoda en el cuerpo de ella buscando la ergonomía de los miembros, se acurruca en la calidez del contacto y respira hondo. Por arte de magia los pulmones se le ensanchan y las cervicales se distienden. Su pene, independiente de cualquier acto voluntario, se posiciona entre las nalgas de ella brujuleándose sin motor y aparcándose comodamente en el mullido espacio entre ambas. Qué gracia divina disponer de ese acogedor parking nocturno donde los problemas decrecen y las bonanzas se inflaman, donde lo estéril fermenta en fecundo y donde los sinsabores de la vida adquieren un cierto sentido...
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