domingo, 28 de abril de 2013
sábado, 27 de abril de 2013
El masaje.
Era el cumpleaños de Sandra, mi mujer. Quede con una amiga suya, Carmen, que era masajista, para darle una sorpresa. La idea era vendarle los ojos y darle un masaje a cuatro manos, hecho por Carmen y por mí, y que luego, Carmen marchara y nos dejara solos para acabar bien la noche.
Cuando Sandra llegó a casa, Carmen esperaba en una habitación. Yo le tenía la bañera preparada y la invite a relajarse, mientras le servía una copa de vino. La habitacion estaba ambientada con muchas velas y una música relajante de fondo. A los quince minutos le dije que saliera del baño, la cubrí con la toalla y le fui secando todo el cuerpo con mucha delicadeza, después cogí una venda negra y se la puse en los ojos. Ella no se imaginaba la sorpresa que le esperaba. Le dije que se tumbara boca abajo en la cama. Fue entonces cuando llamé a Carmen, que esperaba pacientemente su momento. Cogió el aceite y se lo roció por la espalda, comenzó a darle el masaje. Al poco rato entré yo a participar del mismo, Sandra no dejaba de preguntar quién era la otra persona. Yo le dije al oído que disfrutara aquel momento. Carmen parecía no ver el momento de marchar, y yo no sería el que le dijera que marchara, pues aquella situación me estaba dando mucho morbo, cada vez hacía más calor en la habitación. Cada vez estaba más excitadísimo. Carmen llevaba una camisa blanca con un generoso escote que le dejaba entrever un buen par de pechos.
Yo cada vez estaba más cachondo, así que cogí las manos de Carmen y las acompañé hacia el trasero de Sandra para que continuara el masaje por esa zona, mientras, ella me miraba con una sonrisa pícara, cada vez estaba más implicada en el masaje... Sandra se iba moviendo, fruto de la excitación que le producía aquel masaje. Mientras, y viendo que Carmen parecía estar muy excitada también, me puse detrás de ella, y con mis manos le agarraba los pechos... No dijo nada, continuó masajeando el trasero de Sandra mientras yo le quitaba la camisa. No me podía creer aquella situación.
Entonces le dije a Sandra que se diera la vuelta. Le rocié aceite en los pechos, cogí las manos de Carmen y las acompañe hasta sus pechos. Sandra gemía de placer. Carmen fue bajando poco a poco, hasta que se quedó tumbada en la cama al lado se Sandra. Mi pene estaba a punto de estallar. En aquel momento Carmen comenzó a pasarle la lengua por el clítoris a mi mujer, Sandra al principio no quería, pero poco a poco fue sucumbiendo, y acabó entregada a Carmen, hasta el punto de llegar a fundirse en un 69 que no olvidaré jamás....Sandra nunca había estado con una mujer, nunca le habían gustado... simplemente la situación las llevó a ello...
Yo comencé a masturbarme viendo la escena, Carmen entonces comenzó a comerme el pene mientras Sandra seguía acariciando a Carmen. Era súper excitante...
No tardé mucho en correrme en la cara de Carmen... dejándole todo mi semen en su boca... Después, Carmen y Sandra siguieron tocándose hasta llegar al orgasmo....
viernes, 26 de abril de 2013
Ella.
El sol, la lluvia, el cielo, las hojas estrepitosas, el viento, ojos que brillan y su boca. Todo un conjunto de luminosidad, un manojo de vida blanda como el agua.
Circula por las venas, como un torrente de abejas, se esconde, nace, se ríe. Baja como esquirlas heladas, por las arterias de madera. Esa vida, esa tenue vida.
Y de pronto el nubarrón, la luz artificial de la calle, la llovizna, el roce. El chapotear de los tacones en las baldosas. La esquina estaba libre, el encuentro seria fulminante.
Del otro lado de la calle la penumbra, el latir de un corazón galopado, rechinante.
Inconfundiblemente se encontraron, el calor en su cara aliviaba el viento helado y la gabardina solo era una ilusión de abrigo.
Se escondieron juntos como niños, se rescataron, se mimaron, se lamieron, se rieron, y continuaron el paseo. Se amaron incansablemente entre las calles oscuras. Solo la brisa de la noche y las finas gotas fueron testigos del consumado hecho.
Ellas tan finas, recorrieron sus cuerpos fatigados, ellos tan poseídos saciaban su sed. Mientras las luces seguían escondiéndose en la bruma otoñal, ellos, se persiguieron. Corrieron de la mano, se perdieron.
Se extraviaron entre uno y otro, se asfixiaron, y volvieron a nacer entre sabanas blancas como campos de jazmines.
Mientras acariciaba sus piernas torneadas, ella, besaba su cuello y su cabellera rojiza rozaba sus hombros, el alborotadamente pegaba su cintura a la de ella y deslizaba sus manos desde el muslo hacia la cintura, luego los senos, ella enloqueció de amor y subió encima de el, y en un sin fin de caricias, roces y húmedos besos se fue la noche.
El sol les dio en la cara, ellos, alterados, se miraron, ella cogió las medias del suelo alteradamente, se colocó el sujetador, se puso la falda y la camisa. En tanto él, la miraba tendido en la cama blanca, revoltosa, inmune a la soledad. Se miraron, se sonrieron, se abrazaron y el la beso profundamente. Dejo la habitación, en su camino, la estela de su perfume se mezcló con la cotidianida..
jueves, 25 de abril de 2013
Sexo en el cine de verano.
Todo sucedió una calurosa noche de verano, era un recinto al aire libre, vallado por los cuatro costados y con una pantalla gigante al fondo. Había sillas en todo el local y un pequeño espacio detrás de la última fila de asientos.
Cuando entre, la película que ponían aquella noche ya había comenzado, los asientos ya estaban todos ocupados y tuve que ponerme de pie, detrás de las últimas filas.
La noche era muy calurosa, pero allí soplaba una ligera brisa que hacia la noche más agradable.
Al cabo de un rato vi entrar una pareja, como no había asientos libres decidieron quedarse a mi lado, no presté demasiada atención, pero al poco rato vi como se iban acercando a mí, en aquel momento me empecé a fijar en aquella mujer, la pantalla permitía ver casi perfectamente su silueta, era una mujer de unos 40 o 45 años con un trasero y unos pechos de infarto, vestía con una camiseta de tirantes que dejaban ver aquellos maravillosos pechos, y una minifalda súper pequeña,
A partir de ese momento dejé de prestarle atención a la película para prestársela a esa chica, solo pensar el poder acariciar aquel culo me puse muy caliente, y mi pene se empezó a poner muy duro, decidí acercar mi mano a su trasero y lo rocé de manera muy suave. Permanecí así un rato comprobando que la mujer no hacía ningún gesto para apartarme la mano, lo que me acabo provocando una tremenda erección por lo que intensifique la presión de mi mano sobre su trasero. Mi sorpresa fue que no rechazo mi gesto sino que noté que cada vez estaba mas pegada a mí, así mi mano podía recorrer todo su trasero, a ella le gustaban mis caricias, pasaba mi mano de un lado a otro y le introducía mis dedos. Ella no solo no decía nada sino que cada vez estaba más cerca de mí. Me coloque detrás de ella y empecé a rozar mi pene contra su culo. La mujer también estaba a 100 y disfrutaba con mis caricias, cada vez se acercaba mas a mi pene erecto, lo que aproveché para meter mi mano por debajo de aquella minifalda tan corta y cogerle todo el culo con mis manos. Ella ni respiraba, su diminuto tanga hacia que sus nalgas estuvieran desnudas a mi merced. Mi pene estaba a punto de estallar.
El acompañante de la chica parecía no enterarse de nada, estaba muy entusiasmado con la película, así que me atreví a sacar mi pene fuera del pantalón y metérselo en aquel enorme trasero, mientras con mi mano le acariciaba dulcemente aquellos enorme pechos, mientras mi pene estaba aprisionado entre aquellos glúteos, no tarde en correrme dentro de aquel culo tan maravilloso, me separé un poco y ella me cogió el pene acariciándomelo, supongo que en señal de agradecimiento.
Su acompañante seguiía ajeno a todo, o quizás no quería enterarse de lo que estaba pasando, nunca lo sabremos...
Pero mi velada de cine, fue "DE CINE"
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