Siempre había querido ir a
una playa nudista, pero nunca me había atrevido. Así que un sábado por la
mañana, decidí ir. Me había informado sobre donde estaban las playas nudistas de la
zona, subí al coche, puse en el maletero una toalla, algo de crema protectora y
una mochila para guardar mi ropa, y me fui.
Cuando llegué a mi destino,
Aparqué y pensé en volverme por donde había venido…”ZONA NUDISTA”. Me quedé un
rato en el coche, decidiendo que hacer, salí del coche. Me desnudé, cogí mi
toalla y la crema protectora, cerré bien el coche y me adentré en la playa.
Aquello era desde luego una
experiencia totalmente nueva para mí. Todo el mundo tomaba el sol, jugaba a las
palas, al vóley… ¡Pero desnudos! Aunque era algo esperado, no dejó de
sorprenderme… Pero ahí estaba rodeado de cuerpos desnudos. Eso produjo en mí
una reacción que no había esperado.
De repente empecé a tener
una fuerte erección. Rápidamente, estiré mi toalla en el suelo, y me tumbé boca
abajo, procurando disimular. Intenté ponerme crema en la espalda, sin mucho
éxito, lo único que hice fue desparramar algo de crema sobre mí.
-”¿Te ayudo?”.
Una voz femenina se dirigía
a mí, y sin esperarlo, unas manos suaves empezaron a poner la crema por mi
espalda, por mis hombros, mi nuca, y mi culo… Cuando lo noté, me giré sobresaltado, y ahí estaba ella. Una chica joven,
bastante morena de piel, pelo moreno con mechas rubias y unos ojos que me
miraban de forma divertida.
Evidentemente, estaba
desnuda, mostrando ante mí dos tetas grandes, turgentes, con pezones rosados, unas
piernas, bien contorneadas y que hacían intuir un culito turgente
-”Hola”- dijo sonriendo,
divertida- “Me llamo Sandra ¿Eres novato por aquí verdad? jajajaja!”
Ante esa carcajada, yo no
pude evitar reírme también, aún sorprendido por su espontaneidad y
tranquilidad, viéndome ahí tumbado en una situación un poco aparatosa. Se tumbó
boca arriba a mi lado, y estuvimos hablando. Trató de tranquilizarme, diciendo
que no me preocupase, que era normal la primera vez, que ella el primer día
también iba excitada. Por lo que estallamos en otra sonora carcajada.
La verdad es que me lo
estaba pasando bien, era una chica divertida, y su buen humor me ayudaba a
superar un poco mi timidez. Sin embargo, como veía que no me daba la vuelta, me
pegó una palmada juguetona en el culo, y cogiéndome de la mano, me dijo que ya
era hora de darse un baño. Consiguió levantarme, Sandra se quedó mirando, y
sonriendo me dijo:
-”Es bonita, no tenías
porque ocultarla.”
Le dio un par de toques
rápidos con la punta de los dedos, y nos metimos en el agua. La verdad es que
aquello me vino bien. Sandra empezó a tirarme agua, el típico juego en la
playa, y yo también le salpiqué, cada vez más, hasta que se me tiró encima.
Salí para respirar, y al sacar la cabeza, ella me cogió por la nuca y me puso
entre sus tetas.
Eso me pilló por sorpresa,
y besando mi pelo, me preguntó si me gustaba. Yo, algo nervioso le dije que si,
y tras reírse, me dio la mano, y nadando nos alejamos a unas rocas cerca de la
playa. Allí encontramos una pequeña cala, se giró hacia mí, y me cogió el pene
con su mano, acariciándome suave, pero firmemente.
-”Esto quizás consiga que
te sientas menos cohibido”.
Acto seguido, empezó a
besarme, y yo me dejé llevar, recorriendo con mi lengua cada recoveco de su
boca, y comenzando a masajear ese culito suave, que mis manos recorrían de
arriba abajo. Separé mis labios de su boca, y empezó a besarme el pecho
mientras mi erección era cada vez más fuerte, siguió bajando, jugando con mi ombligo, y
finalmente, empezó a besar mi vello púbico, para pasar a jugar con mi miembro.
Comenzó a lamerlo como si
fuera un helado, después se lo metió en la boca, mordisqueándolo con suavidad, Así
estuvo unos minutos, hasta que decidí por fin actuar por mi cuenta. La tumbé en
la arena, comence a lamer su cuello, mis dedos se escurrieron por su
rajita, no siéndome difícil introducirlos debido a su humedad. Metí dos dedos
mientras mi pulgar jugaba con su clítoris, cuando ella empezó a respirar entrecortadamente
debido al placer, sus pezones se
endurecieron, y aproveché para mordérselos y lamérselos. Aquello era delicioso.
Cuando consideré que ya tocaba devolverle el placer oral que ella me había
dado, deslicé mi lengua desde su canalillo, hasta su rajita, y ahí empecé
primero con fuertes lametones, para que sintiese bien mi calor, y comencé a
introducir mi lengua dentro de ella, para seguir después localizando el
clítoris, Aquello era delicioso, estaba disfrutando del sexo con una mujer
explosiva en un ambiente paradisíaco.
En un momento dado, Sandra
me tumbó boca arriba, dejándose caer sobre mí, y con la ayuda de una de sus
manos, se introdujo mi miembro en su rajita, que entró sin excesiva dificultad
hasta el fondo. Cerró los ojos y abrió ligeramente la boca, dejando escapar un
suspiro placentero, y ahí comenzó a moverse, mirándome de nuevo con la mirada
pícara y divertida que le caracterizaba, y agarrando mis manos para ponerlas en
sus pechos duros y grandes, que saltaban a cada movimiento.
El ritmo cada vez era
mayor, los dos empezamos a gemir,
Empecé a bombearle muy fuerte,
gritando los dos de placer, sin soltar sus pechos, hasta que no pudimos más
ninguno de los dos. Ella terminó escasos segundos antes de que yo me corriera dentro
de ella, nos quedamos un rato exhaustos sobre la arena, besándonos con pasión y
abrazados, momento en el que me confesó que ella también había perdido su
timidez al nudismo así.
Se hizo tarde y había
que volver, así que fuimos otra vez a nado hacia la playa principal, y
recogimos nuestras cosas. Ese fue nuestro primer encuentro, de muchos que
tendríamos ese verano, cuando decidimos hacer un tour por las principales
playas nudistas de la zona....