Aquel sueño fue tan erótico, tan real, aquella mujer desconocida jugaba con mi cuerpo a su antojo, parecía conocer exactamente mis fantasías, estimulando mis puntos más erógenos en el momento preciso, yo acariciaba la piel de su espalda mientras su boca y sus manos envolvían incesantes mi sexo para después, a horcajadas, violentarlo con fuerza entre sonoros llantos y jadeos.
Sola en la oscuridad y a lo lejos ruido de tráfico, sirenas, voces lejanas, murmullo de la Ciudad dormida.
Siento la humedad fría en mi espalda, olor a hierba mojada, una fuerza irreconocible me impide mover brazos y piernas, quiero escapar.
Manos ásperas, zafias, recorren mi cuerpo desnudo con lujuria.
Intento huir pero varias manos impiden mis movimientos....
Las palabras fueron desplazadas por sonidos de besos, caricias, suspiros y aprontes para una nueva “lucha” cuerpo a cuerpo. Ahí no me alcanzaron los oídos, avancé cautelosamente por el pasillito de la suite hasta que pude divisar la cama y los dos ocupantes, desnudos y ya, casi, superpuestos...
Al sentir su mano acariciando suavemente mi cuello, suspiré y se me escapó un pequeño gemido. Se acercó aún más a mi y me besó de una manera diferente a todas las veces anteriores, en su beso habían ganas, deseo, y yo sentía un calor que se iba apoderando de todo mi cuerpo, lo abracé por el cuello y me dejé llevar.
