viernes, 3 de mayo de 2013

El masaje caliente.

Mi jefe, es un hombre casado, pero su mujer sale de viaje constantemente, así que, aprovechando que ella estaba fuera decidimos vernos un día después del trabajo.
Fuimos a su casa, yo últimamente estaba muy estresada y él se ofreció a darme un masaje  me quite toda la ropa y me puse boca abajo en la cama, me empezó a tocar todo el cuerpo mientras me recorría con sus labios, me besaba mientras me iba masajeando con el aceite. Me di la vuelta y siguió con mis pechos, es la parte de mi cuerpo que lo vuelve loco, los chupo y mordió todo lo que quiso antes de empezar a bajar a mi vagina, seguía masajeándome y yo cada vez estaba más caliente, me chupaba la vagina una y otra vez succionándola, yo sentía un placer inexplicable, sobre todo cuando agarraba mi clítoris con sus dedos y su lengua recorría toda mi rajita de arriba abajo. Yo ya no podía mas, me acerque a su pene y le correspondí con la misma intensidad que él me lo había hecho, mientras se la chupaba veía que se moría de placer, así que me subí sobre él y con movimientos lentos de arriba hacia abajo hasta que estallo de placer..Trato de evitarlo cuando lo veo, sé que no está bien lo que hacemos, pero no lo puedo evitar y cuando menos lo espero ya volvemos a estar de nuevo juntos... y cada vez me excita más.

jueves, 2 de mayo de 2013

A solas con mi novio.

Mi novio y yo no habíamos practicado sexo... solo nos habíamos acariciado y besado. Era viernes por la mañana y estábamos en casa con mi madre, ella tenía que salir un momento y nos quedamos él y yo solos, por fin podíamos tener algo de intimidad. 
Estábamos en mi habitación... yo era virgen...empezó a besarme, luego me subió la camiseta y me quito el sujetador, comenzó a besarme los pezones y morderlos muy suavemente, cosa que me excitaba muchísimo  Luego fue bajando mis jeans y mis pantis negros, empezó a acariciarme la vulva y poco a poco me fue introduciendo sus dedos en la vagina, ufff como me gustaba no dejaba de chuparme los pezones.. 

Yo estaba deseando sentir el placer de su pene dentro de mi...no tardo en subirse encima de mí y metermelo todo, se movía muy lentamente yo agarraba su trasero con fuerza, sentía un dolor inmenso, pero a la vez me gustaba aquel dolor y me sentía bien viéndolo a él sintiendo aquel placer... no tardo en correrse dentro de mí. Luego fui bajando lentamente hasta llegar a su pene, lo bese y me lo metí todo en la boca y no tardo en apartar mi boca y buscar mi vagina de nuevo, me volvió a introducir el pene, no paraba de morder mis pezones... gemía de placer, estaba tan excitado que rápidamente se volvió a correr de nuevo pero esta vez no fue dentro, sino en aquellos pezones que lo volvían loco... 

En aquel momento oímos abrir la puerta y era mi madre que ya estaba de vuelta. 

Ojala vuelva a venir mañana otra vez mi novio me encantaría volver a sentir otra vez aquel pene en mi boca y mucho más, en mi vagina....

martes, 30 de abril de 2013

Otra vez.

De repente ya no había más espacio. El calor se acrecentaba y el sudor comenzaba a recorrer los cuerpos. Una pierna quedó pegada a la mía, no había lugar, es cierto, pero no se movió un cm. Sentía los músculos cuando se endurecían, yo tampoco podía correrme. De pronto, se despegó a mi derecha, quedó pegado a mi espalda y ya no había misterios. La imaginación fue desbordada por la realidad, me estaban apoyando sin pudor alguno dos piernas musculosas, detrás de las mías, pegadas a ellas y en medio, a la altura adecuada, todo su miembro, ocupaba mi trasero, La tela del pantalón, parecía no existir. Lo sentía en pleno esplendor  excitado y excitante, como un apoyo soñado. Firme y gruesa empujaba sin disimulo alguno, parecía desgarrar la tela como queriendo entrar a ese lugar que permanecía firme, sin miras de alejarse, sin ganas de hacerlo. El calor aumentaba, ya el sudor mojaba todo el cuerpo y el cerebro no tenía ni tiempo ni ganas para otra cosa que no fuera imaginar el final de aquel momento. Increíble, el calor era acogedor y lubricante, el golpeteo en las sienes ensordecedor y la raya se abría sola a cada acometida. La incomodidad del viaje se volvió placer, lujuria, deseo. Que se apague la luz, que se detenga en medio del camino, que el viaje dure para que el placer no acabe, ese era mi único pensamiento. El cerebro bombeaba sexo y ya nada importaba. 

La mano izquierda se fue deslizando lentamente hacia atrás, forcejeó entre el poco espacio de las piernas pegadas y al final pudo, con gozo y temblor, agarrar al culpable de tal desatino, el partido debía continuar. Él se retiró un poco y amplió levemente el espacio. El cierre no opuso resistencia alguna y su miembro mojado y tembloroso se envolvió en su mano. Se notaba que estaba a punto, la explosión final estaba en la puerta de esa cabeza mojada y ya no tenía manera de retroceder. La mano envolvía y acariciaba el miembro, solo esperaba sentir sus dedos untados con aquella leche pegajosa. Una sacudida de repente pareció ser la señal y aquella leche esperada pintó manos y dedos. El pantalón mojado y la leche bajando por las piernas de su dueño. Seguí dos segundos más y escondí la mano como pude, pero no quise impedir que mis dedos fueran a mi boca y mi lengua limpiara con ardor esa leche que se fue depositando en mi garganta. Ya estaba llegando a mi destino, aun lleno, como mi boca. Una rápida vuelta me hizo quedar frente a frente con el culpable de tanta locura, un rápido beso de lengua marcó el principio de algo que exigía continuar. Bajamos juntos felices y sin sentirnos culpables de lo ocurrido

lunes, 29 de abril de 2013

Casi un sueño.

Eran las doce de la noche, salí de la ducha y mientras me secaba el cuerpo, escuché un ruido en el salón  Como hacia muchísimo calor salí del baño sin ropa, estaba totalmente desnudo, me asomé al salón pero allí no había nadie. Termine de secarme y me fui a la habitación para acostarme. Desde el pasillo vi que de la puerta del dormitorio salía una tenue luz rojiza, extrañado me acerque y al abrir la puerta me sorprendí muchísimo. La habitación estaba totalmente transformada, parecía salida de las mil y unas noches. Cuatro velas rojas, colocadas una en cada esquina eran las que proporcionaban aquella luz suave y embaucadora, había unas baritas de incienso aromático que desprendían un olor muy agradable. La cama cubierta por unas sabanas negras de seda, que jamás había visto. Encima de ella había como un centenar de pétalos de rosas y una tarjeta con algo escrito. Me acerqué hacia la cama, cogí la tarjeta la leí, solo tenía escrito una frase "Date la vuelta". Una extraña sensación me recorrió todo el cuerpo, me giré y allí estabas tú. Llevaba puesto un conjunto de lencería impresionante, con sus medias y ligero.
Era un conjunto de color blanco y de un encaje que dejaba ver  lo que había debajo. Llevaba unos zapatos de tacón de aguja. Su piel tenía un color dorado. Me quedé sin palabras, era impresionante, jamás me había ocurrido algo así. Se acerco a mí y de un empujón me tiró sobre la cama, luego puso música y empezó a desnudarse, el corazón me latía a diez mil revoluciones por minuto. Sus manos recorrían mi pecho, con una voz muy suave me dijo "Hoy mando yo" me hizo el amor una y otra vez con una fuerza elevada, pero con mucha dulzura. Empecé a gemir, ¡cuanto placer! ella también gemía de placer. Tuvimos al menos tres orgasmos, estábamos súper excitados, como nunca lo habíamos estado. Ella me empujaba cada vez mas hasta que empezamos a estallar en un orgasmo mutuo que nos hizo estremecer. Aquella noche fue una noche muy especial para mí, jamás la olvidare...