domingo, 7 de abril de 2013

Las miradas.

La primera vez que vio sintió que el mundo se paraba al percibir sus párpados como si fueran de terciopelo puro.

La siguiente ocasión tuvo la impresión de que su corazón se había detenido en un latido cuando se dio cuenta de que sus labios eran como pétalos de rosa.

En el tercer encuentro quiso zambullirse en el huequito entre las clavículas que marca la diferencia entre el cuello y el escote.

A la cuarta su frente se llenó de sudor cuando comprobó que sus hombros parecían de seda y que cualquier lágrima o cualquier gota de sudor se podría deslizar por ellos infinitamente.

La quinta vez dijo para sí mismo, que se pare el mundo ahora mismo, yo quiero sentir la turgencia y el peso de esos senos.

La sexta mirada fue para el ombligo y el pensó que quería convertirse en ese momento en una minúscula pelusilla para ser acogido en esa cuna.

La séptima ocasión percibió con el rabillo del ojo el espacio divino del hueso de la cadena hacia el pubis y entonces pensó que ya podía morirse.

A la octava reparó en la zona posterior de la rodillas y quiso ser pluma para acariciar y ser tenuemente acariciado por esa sedosa piel.

En la novena ocasión soñó ser arena de playa para sentir sus pisadas dejando un rastro sobre su piel.

Y a la décima mirada sólo la miró a los ojos y dijo, por fin te he encontrado, eres tú, eres mi amor. Llévame a tus sueños y déjame acunarte en mis caricias. 

Leche.

Oculta tras los arbustos, días atrás descubrió que, del pene de un macho, brotaba leche. Le había observado atentamente. Se había sacudido el miembro con fuerza. Con violencia, incluido. No llegó a entender por qué aquel hombre hacía lo que hacía. Pero sí pudo, con total claridad, contemplar cómo, del miembro, le manaba leche.

Y ésa era la imagen que ahora no podía quitarme de la cabeza, sabiendo que aquel macho dormía al otro lado de la cueva. Sus tripas rugían y rugían. Tenía hambre. Hacía ya tiempo que no conseguía comer otra cosa sino raíces.

Así que se acercó a él, temerosa y hambrienta. Se movía con sigilo, a cuatro patas, no quería despertar al resto del clan. Introdujo rápidamente la cabeza bajo las pieles que cubrían ese cuerpo que ahora podía sentir tal como era, musculado, recio, duro.

Él no se asustó. Había reconocido su olor. Sabía de quién se trataba, de la hembra más joven del grupo, también la más hermosa. Le gustaba lo que sentía. Ella le había agarrado el pene y lo agitaba con fuerza.

En cuestión de segundos, aquella frágil hembra de homo sapiens pudo sentir la fuerza vital entre sus manos, la electricidad recorriendo su propio cuerpo y el del macho. No tardó en tenerlo en su boca. Tampoco tardó en saborear la leche. Esa leche era lo único que anhelaba, porque tenía hambre.

Y, sin embargo, aquella había sido la primera felación de la historia de la humanidad. Aunque eso, ella, no podía saberlo. Sólo sabía que, lo que acababa de ocurrir, le había gustado. También a él.

Especialmente a él.....

sábado, 6 de abril de 2013

Tras la puerta.

Cerré la puerta y sin haber dejado caer las llaves en la mesa, me agarró por la espalda con fuerza el brazo y me empujó al respaldo del sofá. Sabía que era él aunque no estaba acostumbrado a tales desmanes. Apoyé mis manos. Notaba la presión an mi espalda y el recorrer lo largo dw sus brazos contra los míos. Mi espalda se convirtió en una autopista para su lengua que la recorría sin detenerse y sus manos ya palpaban cerca de los genitales. Le tapé los ojos con mi boca dando besos. Tampoco hablé. Estaba dejando la imaginación divagar: Grandes, pequeños, rojos y naranjas, estridentes o armónicos y seductores, suntuosos siempre, insípidos... o no. De todas formas y para todas las partes. De cualquier manera: íntima, lasciva, tántrica, sexual de todos modos. Se me doblaban las rodillas. Quería todas. Sentirle dentro de mí, detrás mía; Quería abrazarle mientras sus labios recorriesen el interior de mis muslos; Quería chuparle a la vez que me penetraba y escuchar los gemidos reprimidos a dos centímetros de mi oreja, quejidos que explotaban en mi cabeza y me hacían expulsar todo lo que tenía. Quería tener seis de él dediándose a mí....

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viernes, 5 de abril de 2013

Sexo virtual.

La semana había sido agotadora y la pareja necesitaba relajarse. Así pues decidieron tener una sesión de sexo virtual que comenzaría con una buena cena elaborada con platos preparados en la tienda online y seguiría con las súper gafas de la última tecnología digital que se complementaba con aparatos conectados al sistema, que respondían en tiempo real, produciendo los estímulos en las zonas erógenas controladas por el programa. Equipados con camisetas y bragueros provistos de diversos sensores, según las opciones activadas en la interfase. Se entregaron a una fantasía virtual en la cual se veían ambos en un ambiente liberal y sus cuerpos se estremecían con los roces y los ruidos de suspiros y todo tipo de estímulos procedentes de otros personajes virtuales que entregados al placer, subían el tono del ambiente cargándolo de morbo. Miradas de reojo hacia las parejas virtuales excitaban más la libido de ambos, acrecentando el deseo de la pareja por unir sus cuerpos para hacer realidad sus fantasías más íntimas, experimentando una desinhibición que aumentaba su excitación.

Él, sintiéndose invadido por el deseo incontrolable, le dio la vuelta en el lecho virtual y con un fuerte tirón le arrancó el tanga dorado, dejando visible su cuidado sexo que en la imagen aparecía con más voluptuosidad. Introdujo dos dedos en la boca de la mujer, mientras ella se los humedecía con gesto sexy  deleitándose con el juego, consciente de cuál sería el siguiente paso. Abriendo sus piernas y ofreciendo con deseo su ardiente intimidad, ansiosa por sentir el húmedo contacto, se abandonó al placer y con una mano comenzó a estimular el sexo del varón que al borde del clímax la cogió por el pelo y con un movimiento descendiente la obligó a inclinar la cabeza hasta rozar con los carnosos labios rojos el vigoroso pene erecto y en ese momento cuando todo culminaba ¡¡Zaaas!! Pantallazo azul y error del sistema...
¡¡¡Doc falló windows!!!

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