Después de un rato tumbada ya entendí lo que pretendía.
Me empezó a abrazar con la excusa del frío y a acercarse demasiado.
No lo voy a negar, estaba superbien, así que no me aparté.
Al verme receptiva me dio pequeños besos por la oreja y el cuello y me confesó que siempre había fantaseado conmigo, que mi marido tenía mucha suerte de tenerme. Se me erizó la piel inmediatamente...
Desde luego que tiene suerte tu marido, ley la entrevista que te hicieron en el Blog de Toro, algún día quizás...........
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